Cita.... Altea y yo



Poner esta cita extraída de la obra lirica del pintor poeta K.P. Muller como comienzo de una invitación a su exposición, pudiera ser tanto acertado como equivocado, aunque quizás no corresponda a su múltiple personalidad y tampoco hace manifiesto a la gran diversidad de su obra.

¿A quién hay que presentar? ¿Al hombre que durante noches enteras compone sus lienzos con variadas técnicas? ¿Al hombre que recordando a los japoneses hace poesía de la palabra micro-cósmica? ¿Al actor? ¿Al maduro autor representante? ¿Al músico? ¿Al hombre que se siente como en su casa en tres naciones distintas (y quizás aún más)?

Con demasiada facilidad y frecuencia y no sólo en este país, se desvaloriza la gran creatividad artística, lo polifacético y la producción en masas se llegan a poner en un mismo plano.

Fórmese usted mismo su opinión, conozca al artista, que pudiera ser discutido, que conscientemente provoque la contradicción, que se le puede calificar de muchas cosas menos de una, el de ser aburrido.

LUZ Y SERENIDAD: La obra de K. P. Muller empezando por sus cuadros más frugales hasta los últimos collages con su casi inapreciable cromática es toda una invitación a la meditación.

Los lienzos se revelan pausadamente, la transparencia de las tonalidades marrón-gris-azul se concentra a la irradiación. Una obra hecha casi del aire. Misterios sin atrapar los efectos. Desde un principio y para alcanzar la facilidad de su obra K. P. Muller ha ido en busca de un camino distinto. Se lanza hacia la transparencia y la claridad de los colores. Los cuadros no se pueden considerar figurativos y tampoco abstractos. Tratan siempre de unos mismos temas. Entre una luminosidad y una atmósfera cambiantes seducen a sumergirse en ellos, a personificarse con ellos. El objeto se retira, se disuelve, hasta que sólo es una sombra de sí mismo. Los temas y la forma de su representación desaparecen para dejar lugar a esta obra del silencio.

Cita... Altea y yo
1982

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