Karl Peter Muller nació el 28 de Noviembre de 1935 en la ciudad de Mannheim-Käfertal, Alemania. Durante toda su vida ha creado numerosas obras, buscando siempre nuevas fomas de expresión hasta su muerte en Agosto del año 2000 en la ciudad de Kandel, Alemania.

El trabajo y el espíritu de KPM están presentes a través de la Fundación que lleva su nombre, Karl Peter Muller Foundation, donde también se ve reflejada su particular filosofía de traspasar los límites. Cruzando y combinando los límites del arte tradicional como la pintura, la música, la danza y la lengua para el beneficio de un entendimiento extensivo del arte como justamente KPM lo hubiera deseado y de acuerdo a su creencia, “Arte para todos”.

Trabajador fronterizo



Karl Peter Muller nació en la ciudad de Mannheim, Alemania. Estudió pintura y arte gráfico en la “Akadmie der bildenden Künste“ en Múnich bajo la enseñanza del Prof. Xaver Fuhr. Realizó trabajos con Kokoschka y Vedowa, independizándose como artista a la temprana edad de 21 años. Pintura, escultura, bricolage, música y literatura, entre otros, forman parte de su espectro artístico.

KPM es principalmente conocido por su estilo informal para pintar, el que siguió abiertamente y con total imparcialidad. La importancia de disfrutar de la vida se hace evidente en los colores vivos que Muller escogió para sus obras. Parece que algunas áreas en color casi evitaron el pincel, con vida propia, pero siempre guiadas por la mano del artista. Los trabajos emanan sensualidad y poder; siempre en un marco natural.

El renacimiento de lo primitivo que había sido descubierto artistas del siglo XIX y que luego fuera maravillosamente absorbido por el arte moderno, fue manejado por KMP quien utilizó los avances tecnológicos y científicos, siempre guiados por su propia poesía. Para KPM, la libertad del arte significó exceder los límites sin seguir las corrientes principales.

Pensamientos

Para Karl Peter Muller (KPM), el arte fue su vocación, una tarea constante; libertad y trabajo al mismo tiempo. En su búsqueda incansable del origen de las cosas, fue principalmente su motivación por la mera reducción de lo que correspondiera a sus sentidos. La esencia de cada sensación, de todo lo que olía, degustaba, sentía y experimentaba fue transferido a sus formas de expresión tanto en pinturas, colores, palabras, formas y sonidos. Reducción fue el combustible para su incansable y poderoso proceso de creación. Aparte del sujeto mismo, para KPM como artista plástico, la “línea” se convirtió en más y más importante para su desarrollo como tal. Lo habilitó para ver más allá del horizonte como artista y como forma de exclusión e inclusión.

Una vez escribió: Durante el proceso de creación de la línea, percibí una lámina de hierba o una paja como una línea mucho más fuerte que el sismo que tiembla en mi mano. Además de un reflejo de luz y sombra a la vez en la hierba. Con esa clase de lógica hice mi primer collage de hierbas en Alsace, lugar que elegí para mi hogar. (También su último hogar).

Siguiendo aquella clase de lógica los resultados eran cuadros, bricolajes, textos y alivios en cuanto al tema "die Grasharfe". Él siempre trataba de encontrar su propia línea.

Fue la escuela de Kokoschka que le enseñó cómo ver. La observación era el principio de arte de KPM. Constantemente entrené mi visión y mi dibujo a fin de encontrar mi propia línea y en busca de ella. Es a través de la reducción que trato de mantener afuera mis tensiones y líneas inestables y dejar que la línea fluya siguiéndola hasta donde llegue, excediendo los límites del papel o el lienzo. Sólo como un niño. También experimenté en dibujar con los ojos vendados, porque desarrollan una especial clase de tensión. La clase misma y silenciosa de tensión que sobre el lienzo es causada por líneas rotas - la reducción - finalmente conduce a la liberación. Es en aquellos momentos que uno piensa haber encontrado su propia línea.

Trato de cautivar la tensión del silencio a través de la línea y su cultivación. Un entrenamiento diario de mi visión me provee buenas posibilidades de bloquear la saciedad de mis sentidos provenientes del exterior. De ahí puedo concentrarme en lo esencial.

Ante todo uno debe crear una base cubierta de papel o lienzo que parezca haber crecido naturalmente, como la piel, como la superficie de una roca, como pergamino. Uno diseña su propia sombra de colores usando colores terrosos y en un proceso constante de ir y volver, uno llega a la homogeneidad. Es un proceso de lenta meditación. No un dibujo rápido, que lleva sus fuerzas a través de una percepción visual precisa. Más bien, son mis estudios diarios, como solía hacer Picasso.

Es mi repertorio que yo creo como un artista, y que ese artista soy yo al final. Nuevas formas se desarrollan a partir de viejas que todavía permanecen igual. Todo existe ya; sin embargo el objetivo es encontrar la forma, aún si ya existe. La creación, el dibujo y la pintura siempre venían primero a la vida del KPM. Frente a una de sus pinturas nunca buscó la aprobación, por el contrario siempre buscó estar detrás de su obra en orden de expresarse en silencio.

De gran importancia, personal y artísticamente, fue su enseñanza para varias academias desde 1984 hasta 1994. Fue muy importante para su crecimiento personal el contacto con personas de mente abierta, figuras interesantes y astutas. Nunca dejó de preguntarse a sí mismo: ¿Qué debo decir realmente?

Entre sus ayudantes, él escogió con cuidado los más sensibles para acompañarlo sobre sus más profundos seminarios temáticos orientados y talleres en Maximiliansau. Como consecuencia de aquella década él llegó a algunas conclusiones muy individuales.

Los siguientes temas fueron de vital interés para él y sus ayudantes durante ese tiempo: Espacios | Monumentos | Chamanes – Sacerdote – Fetichismo | Tono - Color | Contrapunto en la pintura | Desde lo más profundo en cuanto al absurdo | El ridículo y coincidente en el arte, allí no son más que la coincidencia | Sisyphus | Sisyphus como una persona alegre | La suma de todos los pequeños pasos en el camino | Instalación del espacio | Etapa y puesta en escena; el funcionamiento personal | La línea entre figuras | Trabajando con desperdicios (chatarra – plantas – géneros – papeles de la basura - DESCUBRIMIENTOS) | En cualquier caso tomar lo que está allí | Caminando – dibujar; dibujando – caminar | El bricolage con linocut y grabado en madera | El bricolage de texto | Líneas de recorte después de las tijeras | Contratar con aquella línea (Henri Matisse) | Rasguños – Raspaduras - Heridas | Scraffiti y murales | Examen de nuestro entorno | Examen de vita común.

Cita.... Altea y yo



Poner esta cita extraída de la obra lirica del pintor poeta K.P. Muller como comienzo de una invitación a su exposición, pudiera ser tanto acertado como equivocado, aunque quizás no corresponda a su múltiple personalidad y tampoco hace manifiesto a la gran diversidad de su obra.

¿A quién hay que presentar? ¿Al hombre que durante noches enteras compone sus lienzos con variadas técnicas? ¿Al hombre que recordando a los japoneses hace poesía de la palabra micro-cósmica? ¿Al actor? ¿Al maduro autor representante? ¿Al músico? ¿Al hombre que se siente como en su casa en tres naciones distintas (y quizás aún más)?

Con demasiada facilidad y frecuencia y no sólo en este país, se desvaloriza la gran creatividad artística, lo polifacético y la producción en masas se llegan a poner en un mismo plano.

Fórmese usted mismo su opinión, conozca al artista, que pudiera ser discutido, que conscientemente provoque la contradicción, que se le puede calificar de muchas cosas menos de una, el de ser aburrido.

LUZ Y SERENIDAD: La obra de K. P. Muller empezando por sus cuadros más frugales hasta los últimos collages con su casi inapreciable cromática es toda una invitación a la meditación.

Los lienzos se revelan pausadamente, la transparencia de las tonalidades marrón-gris-azul se concentra a la irradiación. Una obra hecha casi del aire. Misterios sin atrapar los efectos. Desde un principio y para alcanzar la facilidad de su obra K. P. Muller ha ido en busca de un camino distinto. Se lanza hacia la transparencia y la claridad de los colores. Los cuadros no se pueden considerar figurativos y tampoco abstractos. Tratan siempre de unos mismos temas. Entre una luminosidad y una atmósfera cambiantes seducen a sumergirse en ellos, a personificarse con ellos. El objeto se retira, se disuelve, hasta que sólo es una sombra de sí mismo. Los temas y la forma de su representación desaparecen para dejar lugar a esta obra del silencio.

Cita... Altea y yo
1982